lunes, 30 de enero de 2012

THOMAS HUDSON

Thomas era un cristiano apasionado por Jesús y le encantaba predicarlo. Esa fue razón suficiente para que allá por el año 1558, durante la "santa inquisición", lo llevaran preso por no retractarse de su fe en Jesús.

Pasado un tiempo en la prisión le propusieron que se retractara de Jesús y lo dejarían libre, de lo contrario lo llevarían a la hoguera para quemarlo vivo enfrente de todo el pueblo y así demostrar a todos qué es lo que les pasaría por "rebeldes". Naturalmente Hudson dijo que no se retractaba de Jesús.

Pero estando ya en la hoguera, inclinó la cabeza como si estuviera triste. La gente se preguntaba si finalmente se retractaría de Jesús, pero él permanecía en silencio. Su silencio lo delataba porque la gente comenzó a sospechar de la intensa lucha interna que tenía.

En efecto, Thomas comenzó a dudar y casi por un momento se dejó llevar por su temor a las llamas que pronto le prenderían, con las cuales acabarían con su vida. Pero en ese instante oró al señor y recibió fuerzas.

Repentinamente, Hudson, colocó las cadenas a su alrededor exclamando: "Gracias Dios, ahora soy fuerte. No me importa lo que me puedan hacer los hombres”.

Luego se dirigió a sus verdugos y dijo: ¡Estoy listo!

Me atrevo a pensar que Dios le susurró a su oído las palabras de Pablo en Efesios 6:10 "fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza". Y de ahí tomó las fuerzas y la determinación de nunca negar a Jesús a pesar de ganarse una muerte sufrida por esa firmeza en el Señor.

En la vida nos encontraremos en momentos como los de Hudson en la hoguera, en donde nuestra fe seguramente flaqueará, pero es en esos momentos en los que debemos recordar el versículo de Efesios 6:10. Y de ahí tomar las fuerzas para continuar y nunca negar a Jesús, y esto a pesar de que con nuestra firmeza en Jesús nos estemos provocando una terrible muerte.

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